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Sin partituras nos fuimos pa’ Altavoz

     No encajar es una de las preocupaciones que suele acecharnos día a día, sentirte fuera de la zona de confort o simplemente conocer algo nuevo genera ansiedad, afortunadamente esta sensación es normal, en especial cuando te apasionas por lo que haces y vives en busca de nuevos proyectos. Ese fue nuestro caso, la mayor motivación surgió en el momento en que nos lanzamos al agua para viajar a Medellín a cubrir un evento del que teníamos una noción, pero nada más. “ALTAVOZ FEST 2018”.

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     Las expectativas son altas cada que vas a enfrentar un nuevo reto pero los compromisos que adquieres también, en especial cuando está finalizando semestre y vas sujeto a la economía estudiantil. Con esto, hago referencia a que para poder juntar lo necesario y lograr los fondos para el viaje, la travesía fue la siguiente: desde la venta de rifas y empanadas puerta a puerta hasta la preparación y entrega de lasagnas en un día lluvioso en la ciudad de Ibagué.

 

     Estas situaciones nos demostraron que las dificultades son mentales, porque incluso horas antes de viajar seguíamos contado dinero y anotando en libretas todos los gastos que tendríamos y cómo distribuiríamos lo recolectado. Vivir estas experiencias requiere un factor monetario importante, lo suficiente como para sobrevivir tres días en Medellín y es aquí cuando la compra de tiquetes fue el acto más regateado de todos y la búsqueda del hostal se convirtió en una tarea de investigación que duró dos semanas.

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     El viernes 9 de noviembre a las 11:30 de la noche nos encontrábamos haciendo maletas. Decidimos no dormir pues no quedaba mucho tiempo, ya que el viaje estaba programado para las 2 de la mañana. Es importante aclarar que somos dos seres muy dormilones. Pasadas las horas y entre dormidas y nerviosas llegó el sábado 10 de noviembre, ahí estábamos, dos estudiantes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué, esperando el momento para emprender nuestro primer viaje en un cubrimiento periodístico.

 

     Entre las muchas cosas que nos pasaron el bus tuvo dos horas de retraso y necesitábamos estar en Medellín a las 12:30 reclamando las credenciales. Ya en camino, decidimos dormir en aquel viaje de ocho horas para descubrir talento, cultura y diversidad.

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     Entre música, pogos, talentos y estilos, vivimos tres días de una experiencia inolvidable. Entre la comida, las tertulias, las ruedas de prensa y nuestra mirada detrás del lente, retratar cada momento se convirtió en nuestro objetivo. Cada rostro fue único y especial, cada uno tenía un sello muy personal, capturar esos instantes no fue fácil por la cantidad de personas. Lo más curioso es que todos aquellos que verán en la galería fueron muy amables y estuvieron prestos a colaborarnos.

 

     Para nosotras ir con la mente en blanco, dispuestas a sorprendernos, nos facilitó aprender y entender que cada quien vive los momentos como quiere y de la manera que lo hace sentir vivo. Fue allí cuando entendimos que los pequeños detalles como el sonido de un instrumento, son suficientes para ponerte la piel de gallina y dejarte feliz por el resto del día.

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     La compañía también nos complementó. Christian Acuña, fotógrafo de El Rollo, fue clave para este momento, su experiencia nos permitió aprender y disfrutar de cada minuto de música, baile,  risas y clics. De la misma forma fueron memorables las fotos y mensajes de supervivencia, enviadas a Jorge Mendoza, coordinador del cubrimiento para El Anzuelo Medios, quién estuvo diariamente escribiéndonos para preguntar sobre nuestro día a día.

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     Es inevitable pensar en las personas que marcaron de mil maneras nuestra estadía. Sin embargo, lo que más generó impacto en nosotras fue la seguridad con la que muchos lucían sus atuendos, sus colores en el cabello, sus maquillajes excéntricos y cada uno de los detalles que se vislumbraban en el público.

 

     Apropiarse del lugar, dejarse llevar por la música y vivir el momento como si fuera único, nos dio la motivación para plasmar cada suceso que veíamos en ese mar de personas. El retumbar de los bafles casi nos deja sordas el primer día. La crisis de closet del segundo, nuestros vestidos en medio del metal. Para el tercer día entendimos que no era que no encajáramos si no que nunca lo habíamos intentado. Compartir cultura y aprender a abrirnos a lo desconocido, a eso que creemos que nos nos gusta, sacó aquella vena rockera que teníamos en nuestros corazones.

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SOBRE EL AUTOR

Texto:

Nicolé Juliana Cerón Nonato - Maria Jose Cuesta Ospina

Estudiantes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué. 

 

 

Fotos:

Christian David Acuña Hincapié – Director de fotografía revista El Rollo

Comunicador Social Periodista Universidad del Quindío

Músico, fotógrafo y voleibolista rodillón - “Lo mío es la percusión”

Facebook: https://www.facebook.com/acuna.christian

Twitter: @nomedigadavid

Instagram: ch_drummer

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