Grita Fest 2025: la ciudad rugió entre lluvia y memoria sonora

Manizales volvió a rugir. Durante tres días; el 10, 11 y 12 de octubre; el frío, la lluvia y el sonido se mezclaron en Expoferias, donde miles de personas se reunieron para celebrar la mayoría de edad del Grita Fest. Dieciocho años de historia que no solo hablan de música, sino de un proceso de resistencia, gestión y comunidad.
Cada día, los alrededores del recinto eran frecuentados por personas de Medellín, Cali, Bogotá, Bucaramanga y otras regiones, todos con el mismo propósito: gritar juntos. Y no solo por las bandas, sino por el sentimiento que sostiene este festival, uno que nació del underground y hoy se levanta como una de las plataformas más sólidas para la escena alternativa de Colombia.

El Grita ya no es ese evento local que buscaba abrirle espacio a los sonidos disidentes. Hoy, bandas de otras partes del mundo lo reconocen como una de las plazas más llamativas de Colombia, un escenario al que muchos quieren llegar, ya sea para tocar por primera vez en el país o para reencontrarse con un público que no olvida. En el mapa sonoro, Manizales dejó de ser una escala menor: es un destino.
Pero lo más potente del festival sigue estando en su gente. Entre el barro y los paraguas las generaciones se cruzan. Están los que vienen desde las primeras ediciones y los que apenas viven su primer pogo. Esa convivencia mantiene viva la esencia del Grita: un lugar donde el ruido sigue siendo un lenguaje de unión y no de división.

También, el festival demuestra que la institucionalidad puede caminar junto a la independencia cuando se trata de sostener procesos culturales que trascienden modas y discursos vacíos.
Con el apoyo de la Alcaldía de Manizales; la Secretaría de Cultura, Civismo y aliados como la Chec, Emas by Veolia, la Industria Licorera de Caldas y Ron Viejo de Caldas; Grita Fest fue posible.
Además, de contar con el apoyo logístico de la Fundación Voces de Aliento y otras entidades encargadas de velar por la seguridad y el funcionamiento del evento.
Al final, más allá de los decibeles y los nombres que integraron el cartel, Grita Fest sigue siendo una declaración de principios: la de una ciudad que apuesta por el arte incómodo, el que no se vende fácil, el que resiste. Manizales volvió a ser ruido, pero de ese que deja eco.




Texto y fotos
Christian Acuña
Músico, fotógrafo y voleibolista rodillón.
