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El Rollo

10 años

ED. 22

Un rollo es, en términos de manuscritos antiguos, una larga lámina, generalmente de
papiro o pergamino, enrollada sobre sí misma, en que se escribía en la remota antigüedad.
Juan así lo describe en el libro del Apocalipsis: contempló en la visión un rollo, y
recibió el mandato de comérselo. En la boca le supo dulce, pero luego le amargó el vientre.
Como el rollo estaba abierto, no sellado, era algo que se tenía que entender. Para Juan era
“dulce” recibir el mensaje que contenía, pero al parecer había en él cosas amargas que tenía
que denunciar.


Lo que siempre me ha creado repulsa ha sido la mentalidad clerical encerrada,
acostumbrada a anunciar primero la moral que el amor. Había tenido en el pasado
problemas con la autoridad por unos escritos que a mi parecer consideraba simplemente
inocuos. Lo anterior se pudo dar por el mero hecho que, en ciertos ambientes, hay que
entender obligatoriamente y de una manera univoca la lectura de un “rollo”. Y no puede ser
así. Ya afirmaba Tomás de Aquino: “Timeo hominem uníus libri”. Le tengo miedo a un
hombre que haya leído un solo libro. Y añado yo, aunque fuera la Biblia. Pues sería un
fanático.


En una Universidad todo debería ser distinto, pensaba. Y así fue. De hecho, no
obstante, se pensara o actuara desde una parroquia nació algo ecuménico: la lectura de un
rollo, desde la visión de la sociedad y del mundo a través de distintas miradas, a veces
miradas opuestas, otras veces diametralmente opuestas, pero todas visiones con derechos.
Con esta mentalidad, hace diez años nació la revista El Rollo con un equipo de
docentes y estudiantes de comunicación social y otros que hicieron propia la propuesta
polifacética que debía tener la revista y a ella entregaron lo mejor de sí mismos y lo más
preciado que tiene el ser humano: el tiempo.


Diez años en los que en Colombia ha sucedido de todo, porque es un país donde
todos los días sucede de todo. Cosas maravillosas que te dan la sensación de llenarte como
de dulce miel y cosas tan negativas que son como un golpe bajo en el estómago que te
producen amargura.


Realidades buenas y dulces que te fascinan y realidades amargas que te entristecen.
Sin embargo, el rollo debe ser leído y su contenido anunciado aun en la amargura, mientras
al mismo tiempo saboreas su dulce contenido.
Desde este texto envío un gracias muy caluroso a todos los colaboradores de El
Rollo en estos sus primeros diez años de vida y también un gracias a los lectores por
dedicar, al leerlo, algo precioso de su vida: el tiempo.

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