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Desde la

silla VIP en Ciudad Altavoz 2020

 Cómo inició esta vuelta… 

Usualmente después de junio empaco maleta, casi que cada mes, para comenzar a cubrir gran parte del circuito de festivales musicales – en su mayoría de rock – en el país. No obstante, este 2020 y la cantidad de particularidades que lo rodean, llevarían a que mi trabajo se realizara desde la cómoda silla de mi hogar.

Para comenzar, a nivel nacional, las medidas restrictivas en espacios donde había aglomeraciones comenzarían el domingo 15 de marzo; se dictó educación virtual – yo trabajo en un colegio – y así comenzó. Al otro día, el día de mi cumpleaños, la Alcaldía de Armenia ordenó toque de queda nocturno en la ciudad… Fue el inicio de todo.

Faltaría espacio y tiempo para escribir una a una las medidas que vendrían después, mencionaré una de las más importantes y dolorosa, se cancelarían todos los eventos de gran afluencia para evitar propagaciones y contagios masivos del Covid 19, la sonrisa se borró de mi rostro inmediatamente; si bien la mayoría de festivales se hacen en el segundo semestre del año, esta “gripita" llegó y se amañó por un buen rato, de hecho, aún sigue conviviendo con nosotros a sus anchas.

  ¿Qué pasó con el Festival?  

Altavoz Fest es de esos eventos de largo aliento, tiene una cantidad de procesos, la gran mayoría abiertos al público, donde se aprecian las propuestas que se presentan en él; Ciudad Altavoz es parte de estos espacios, un festival de grandes magnitudes para que las bandas locales aspiren a un cupo en el internacional.

Este año, claramente, no sería presencial, pero para sorpresa de muchos, la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín lo hizo en vivo y vía streaming, con un montaje que nos dejó con la boca abierta. Así pues, comparto lo que pude ver mientras cubría el evento desde mi apartamento en Armenia, a seis horas de camino de Medellín.

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Día 1:

Lunes 31 de agosto – 6:00 p.m.

Inicia el metal y la conexión masiva

Una de las escenas más grandes y exigentes es la metalera, el primer día correspondió a este género, muy puntual inició la transmisión y la verdad, desde ese momento se evidenció una conexión masiva, Gaias Pendulum daría la bienvenida al streaming.

Pocas cosas pensé que ocurrirían en el chat del en vivo, pero para ser sincero y cuando uno vive de afán tras afán logrando entrevistas o buenas fotos, se pierde de detalles como los que pude leer ese día, una lista interminable y llamativa de frases de festival que sé que muchos de ustedes, al igual que yo, identifican:

  • ¡Guardo correas! ¡Guardo correas!, Ojo que en la entrada se la quitan… Guardo correas, peludo venga le guardo la correa… ¡yo le entrego ficho!

  • ¡Ey! En la jugada que en la entrada están quitando el chorro, ¡bóguese eso!

  • ¡Ave maría! Se me perdieron los parceros, ¿Alguien tiene un minuto que me regale pa’ llamar?

  • Esa nena que me pegó ese lamparazo en el pogo está como linda, ¿Si o qué?

  • ¿El remate dónde? Meto 5 lucas para lo que sea.

Y así, aparecieron una cantidad de frases que muy seguramente, si hacemos una lista de ellas, se volvería extensa e interminable, pero más allá de las que acabamos de comentar, que suelen ser comunes, hubo otras adaptadas a nuestra realidad:

  • Se me cayó la red y tuve que hablar con el vecino para poder cyberpoguear, ¡Que gonorrea!

  • La cucha me está mirando raro porque comencé a cabecear.

  • Lo más chimba de parchar virtual es que no tengo que correr porque me voy a mojar.

Y si, los que hemos trabajado cubriendo Altavoz Fest sabemos que la lluvia es invitada infaltable cada año, este primer día se asomó tímidamente en algunos momentos.

Por otra parte, las bandas mostraron un nivel impresionante; Gaias dejó, como dicen popularmente, la vara alta, por lo que los demás grupos salieron con fuerza a dejarlo todo en escena.

Tomar partido de cuál fue mejor es complejo; más bien afirmaría que los jurados este año la tuvieron difícil en cada categoría y las bandas seleccionadas realmente se lo ganaron con mucho esfuerzo.

La noche cerraría con Vorti-C que se subió al escenario siendo las 11:00 de la noche aproximadamente.

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Día 2:

Martes 1 de septiembre – 6:00 p.m.

Un evento para todos los gustos

Una de las particularidades de Altavoz, es su diversidad sonora. En pocos espacios, hablo en este caso de Colombia, se puede ver que converjan sonidos fuertes y estridentes y, a su vez, música electrónica y fusiones.

Precisamente este día estaba dedicado a esos sonidos diferentes, a los que el público rockero no está acostumbrado; para tragedia personal, me quedé sin internet… No hay mucho por contar.

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Día 3:

Miércoles 2 de septiembre – 6:00 p.m.

Luces, cámara… ¡Rock and Roll!

Esta vez los papeles estarían invertidos. Mientras en Armenia llovía a cántaros, Medellín mostraba una noche hermosa, cero indicio de lluvia y un cartel de lujo.

El flujo de asistentes al streaming fue menor al del primer día pero siguió siendo masivo. Aquí me gustaría resaltar algo que llamó la atención de todos y es que podemos afirmar que Altavoz ¡la tiene clara!, en su staff la participación de los community manager fue fundamental, ante la jocosidad y humor particular de los mensajes del chat, sus aportes fueron de igual calibre y siguieron la tendencia para mantener al público conectado no solo con la música, también en el chat.

Del mismo modo, a pesar de las circunstancias, dispusieron de un set de prensa donde cada vez que una banda terminaba su show, era entrevistada por un conocedor del género, cada día, una persona diferente. Esto llevó a una conexión mucho más fuerte con la transmisión.

A pesar de todo, aparecieron los fans de cada banda – los críticos nunca faltan, por supuesto – quienes en los mensajes daban palabras de apoyo y satisfacción por la actuación de sus agrupaciones favoritas en tarima. De igual forma siguieron haciendo gala los apuntes curiosos, pero si queremos sacar una conclusión de la noche podríamos dejar la siguiente: Cada vez somos más los que consumimos música local, apoyamos el esfuerzo de las bandas de nuestro país y sentimos como sus sonidos nos invaden los sentidos y podemos disfrutar de cada nota que interpretan.

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Día 4:

Jueves 3 de septiembre – 6:00 p.m.

El reto de la noche fue para los integrantes de la logística

Roadies, ingenieros de sonido, staff en general, la noche fue dura para ellos, con esto no quiero decir que los días anteriores haya sido fácil o diferente, sólo que cuando hablamos de ska y reggae, los requerimientos técnicos tienden a crecer.

Calculen ustedes, por banda, normalmente, uno encuentra un formato base; o sea, guitarra, bajo, batería y voz, ahí van cuatro. Ahora bien, a eso agreguémosle los pitos – casi siempre trompeta, saxofón, trombón, tal vez más, tal vez menos – con esto sumamos siete. Ahora pongan piano, van ocho. Por otro lado, hay propuestas que tienen percusión menor y otra guitarra, completaríamos diez; a veces más.

Todo este ajetreo que demanda los cambios de banda a banda, es tarea compleja, más si la propuesta es de gran formato, afortunadamente la logística sabe resolver a tiempo todo, pero de que es difícil, lo es.

Desde lo musical, también es digno de apreciar el tema de las fusiones, encontré propuestas con sonidos raizales, a su vez, acompañados de sincopados, métricas irregulares y otros recursos que dan una versatilidad a todo. Cada que cambiaba una banda, las atmósferas también lo hacían, era interesante sentir toda esa amalgama de sensaciones que las propuestas transmitían.

A este punto, me reafirmo en la postura de que sentado y con calma es diferente, por la responsabilidad de documentar el evento, de manera presencial, uno deja a un lado detalles que para muchos pueden ser triviales, pero que desde la calma del hogar, se sienten. Igual, poder estar allá “contagiado” con la energía de la tarima y la gente no se cambia por nada, hace falta viajar y disfrutar.

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 Día 5:

Viernes 4 de septiembre – 6:00 p.m.

De las calles de Aburrá a la tarima de Ciudad Altavoz

Diariamente, en mi trabajo de docencia, comparto espacio con estudiantes de entre 6 a 17 años de edad. Por estos tiempos, me ha llamado la atención que el rap y el hip hop se han apoderado de los oídos de la juventud, no quiero discutir si lo vieja guardia es mejor que lo contemporáneo, quiero afirmar que la música es un proceso cíclico y que el lenguaje del barrio volvió, con otras propuestas, para ser escuchado ampliamente.

Este día, si pudiera darle un título a la labor de los jurados, podría ser “Del placer a la pesadilla”, no tomen la literalidad de la palabra pesadilla, sino que a mi modo de ver la selección de las propuestas ganadoras fue dura, todas tuvieron un alto nivel.

Alguna vez escuché a alguien decir que por más gusto que le quieras dar a los espectadores, siempre habrá inconformidades y en este caso, fue evidente y casi que premonitorio. Seguramente, los seguidores de las bandas que no clasifiquen sentarán su voz de protesta por tal hecho, pero ¿cómo se hace cuando cada día los grupos son más disciplinados y sus propuestas más maduras? En este momento sólo atinaría a afirmar una cosa, “la vuelta”, en unos años, se va a complicar más.

Este día también escuché conceptos que para mí son nuevos y no me da pena admitirlo, no los conocía. Aprendí lo que es un free, un scratch, un MC y muchas cosas más.

Qué bonita resulta ser la música, aprendes todos los días y comienzas a admirar y apreciar otros sonidos que pintan el mundo desde otras perspectivas… Por cierto, este día estuvo el alcalde de Medellín parchado en el Festival.

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Día 6:

Sábado 5 de septiembre – 6:00 p.m.

Un día inusual, nos fuimos a dormir temprano 

Este día fue extraño, el Festival publicó casi que en paralelo al inicio de la programación una imagen donde se comunicaba la modificación en el orden del día; hasta ahí, todo “tranqui”, todo normal. Lo que si llamó fuertemente la atención es que faltaba una cantidad considerable de bandas en esa lista ¿Qué pasó? Nadie lo sabía, en ese momento… Entre música y quejas en el chat por el cambio, transcurrió el sábado.

A mí, en lo particular, el hardcore me gusta, es un género que destila mucha fuerza, energía y además, las letras tienden a comunicar mensajes con vehemencia. Por mi cabeza comenzaron a pasearse imágenes de zapatos volando, patadas al aire – no falta el reventado – coros al unísono, el body surfing; tantas cosas que identifican esta escena.  La verdad lo más fuerte que podía hacer desde mi hogar, era reclinar la silla, que comodidad. Para ser sincero no recuerdo si fueron 5, si eran 6, lo que sí puedo constatar es que ese día nos fuimos temprano a descansar.

La explicación del cambio llegó al cierre de la jornada, resulta que dentro de las medidas que se han implementado para la reactivación de algunos sectores económicos, culturales y sociales; está que si alguna persona presenta sintomatología asociada a gripa o derivados, se debe aislar. Según entendí, algunos músicos de las bandas ausentes, tenían esta particularidad y en aras de cuidar la integridad, no solo de las otras bandas, sino del mismo staff, no se autorizó su presencia en el lugar.

Faltaba un día, el de punk, otro género con seguidores en todas partes, se completarían así siete días, siete categorías, setenta bandas – sin sacar a las ausentes – ¿Qué nos mostraría la última jornada del Festival?

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Día 7:

Domingo 6 de septiembre – 6:00 p.m.

Se activó el pogo virtual, el punk despidió el festival 

Las crestas, los taches y la anarquía comenzaban a llegar al espacio virtual. Al igual que el día del metal, el número de conectados a la transmisión fue amplio, había varios nombres conocidos en el cartel, otros que ni sabía que existían, lo cierto es que la noche prometía.

Este día ocurrió algo llamativo, aparte de los ya sonados y comentados mensajes con frases de festival, aparecieron dos bandos, los puristas y los open mind, creo que esta discusión es de nunca acabar y antes de seguir, hago claridad, no es solo en el punk, pasa en todos los géneros de música:

  • ¡Eso no es punk!

  • Se caspearon el género, esto debería tener un día aparte.

  • Respetemos los espacios y apreciemos propuestas interesantes, cero radicalismos…

  • Escuchemos y después opinemos.

Estas eran algunas de las frases que se leían en el chat, desde el luego, son respetables, cada quien aprecia la música a su modo pero, a manera de reflexión, ¿no estamos mamados que nos dividan fenómenos políticos, económicos, religiosos, entre otros, para ponerle una arandela más al asunto?  Estos espacios donde la cultura es nuestro principal fundamento, deberían más bien unirnos, digo yo.

Más allá de este suceso y algunas fallas de sonido, el cartel también llenó mis expectativas, le tomé mayor aprecio a bandas que ya conocía y metí en mi llavero, como se dice popularmente, a otras agrupaciones que no había visto pero lograron cautivarme. La lluvia, fiel amiga, volvió a ser protagonista; ella, a su manera, también buscaba dar su voz de agradecimiento y despedida.

Como diría el álbum de Reincidentes… ¿Y ahora qué?

De mi parte y de parte de la Revista El Rollo, queremos agradecer a la organización del Festival, organizaciones que apoyan, a la Alcaldía de Medellín y las dependencias responsables, por llevarnos hasta la comodidad de nuestros hogares Ciudad Altavoz 2020. Esta experiencia fue diferente, un tanto extraña, pero gratificante.

Sabemos que la situación no es fácil, somos conscientes de la responsabilidad que conlleva realizar un evento de esta magnitud, más ahora que estamos en emergencia. Esperamos que en diciembre las cosas hayan cambiado un poco, que por lo menos nosotros, los medios nacionales, podamos apoyarlos desde la presencialidad; no obstante, hay un compromiso con el arte, con la cultura, con la vida… Seamos sensatos con nuestros actos, pronto estaremos de nuevo compartiendo el mismo espacio, cantando, pogueando, cabeceando…

¡GRITANDO!

A Medellín y a la Revista El Rollo, nos mueve la Cultura.

Christian Acuña.

Editor Fotográfico y Reportero

Revista El Rollo.

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