La piel es un lienzo,
Armenia Expotatto
Por: Laura Cortés
La tinta le dio la bienvenida a uno de los meses más coloridos del año. En esta tercera convención para tatuadores, el salón del Hotel Armenia parecía un laberinto cuyos corredores estaban rodeados de mesas con manteles negros donde estaba ubicado cada tatuador haciendo su trabajo. Adentro se escuchaba el sonido de las máquinas y canciones de Metallica, Avenged Sevenfold o de Sistem Of a Down, entre otras.
Mientras las personas corrían en las calles para escamparse del aguacero que estaba cayendo el viernes primero de diciembre, adentro, en el salón, los asistentes elegían gorras, camisetas, gafas, o eran testigos del proceso de los protagonistas: el tatuador y su tatuaje.
Aunque el evento dio inicio a las doce del mediodía, los tatuadores estaban desde las siete organizando y decorando su stand. Cada uno enfocado tatuando y junto a ellos, en las paredes, se visualizaban nombres como Mauricio Arizmendi, Andrés Dávila, Freddy Celis o Leo Fénix. Y los que no tatuaban caminaban por los pasillos, observaban otros trabajos, hablaban con sus amigos o estaban concentrados haciendo plantillas, como Andrés que estaba realizando un retrato del personaje de The Walking Dead llamado Negan.
Uno de tantos, Jason, estaba tatuando la pierna de un chico, la plantilla que tardó hora y media en realizar, ahora la estaba plasmando y el rostro de Cyborg, uno de los personajes de La Liga de la Justicia, iba a quedar por siempre en su piel. Otros rostros que se tatuaron dentro de la convención fue el de Salvador Dalí, un general del ejército, entre otros personajes, además de rosas, calaveras, animales y diseños propios.
En Expotatto había jóvenes de todas las edades, como doña Teresa que se estaba tatuando un elefante con rosas en la oreja en su omoplato derecho o como Cristian Melo que elaboraba y vendía máquinas de boinas a precios de convención $500.000. También cabellos rojos, rubios, negros; rostros, brazos, piernas y espaldas tatuadas; buzos, gorras, cuadros, expansiones, collares, tarjetas de presentación y tinta, mucha tinta.
La convención se llevó a cabo desde el primero hasta el tres de diciembre y era el lugar adecuado para los adictos a la tinta y por solo $8000 se podía adentrar en un pequeño universo donde cada ilustración, retrato, pintura o plantilla tenía un tatuador de fondo.
Sobre el autor
Texto:
Laura Paola Cortés Artistizabal
Futura Comunicadora Social Periodista Universidad del Quindío.
Rayar. Rayar y rayar – “Tiempo para imaginar es lo que falta”
Contacto:
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Twitter: @_LauCortes_
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