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Visita al Paramillo del Quindío

Por: Néstor Jaime Ocampo Giraldo

Cuarenta y nueve años de caminar regularmente por el Parque Nacional Natural Los Nevados me convierten en testigo de sus procesos. Por ejemplo: pude ver cómo desapareció el Nevado del Quindío y se convirtió en el “Paramillo” del Quindío. Pongo entre comillas la palabra paramillo porque no he podido saber a ciencia cierta qué significa esa palabra como término geográfico.


La palabra “paramillo” no aparece en el Diccionario de la Lengua Española, ni en el Diccionario Geográfico de Colombia (IGAC), tampoco en el Diccionario Universal de Geografía. ¿Alguien sabe qué es un “paramillo”? El sufijo diminutivo “–illo” induce a pensar que se trata de un páramo pequeño. Pero parece que no es así porque con la palabra “paramillo” se denominan accidentes geográficos como el “Paramillo del Cisne”, el “Paramillo de Santa Rosa” o el “Paramillo del Quindío” que son unas
montañas altas, nevadas o no, rodeadas de páramos. Y esa misma palabra se utiliza como topónimo en el caso del “Parque Nacional Natural Paramillo” que comprende alrededor de 480.000 hectáreas de selvas y páramos entre los 700 y los 3.300 m.a.s.n.m. 


El caso es que hasta hace unos 40 años allí había un NEVADO, una montaña con nieve durante todo el día, todos los días del año. Actualmente, y eso es cada vez más raro, cae un poco de nieve en la noche y, si mucho, dura unas horas unos por ahí hasta las 9:00 o 10:00 de la mañana. La mayor parte del año lo que hay allí son solo unos picos rocosos y arenales azotados por el viento. Evidencia clara y cercana del CALENTAMIENTO GLOBAL. Ya no contamos con esa reserva de agua en forma de hielo que teníamos en altura hace unas décadas.


El Paramillo del Quindío es una estructura volcánica semiderruida con una altura máxima aproximada de 4750 m. Es lo que queda del cráter de un volcán del cual no se conocen registros históricos de erupción. Tiene un diámetro aproximado de 2 km, está derrumbado hacia el sudoeste y contiene al fondo los llamados “Pantanos del Quindío” que es donde nace la Quebrada Cárdenas o, mejor, el Río Quindío. Sobre esto hay diversas versiones oficiales.


En la página web del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales, del Servicio Geológico Colombiano (SGC), el paramillo aparece reportado como “volcán activo y de comportamiento estable”. Algo un poco extraño pues tengo entendido que se trata de un volcán extinto, o sea que no ha presentado escenarios eruptivos en más de 10.000 años que es la manera como se define técnicamente cuándo un volcán es activo o no.

El pasado 2 de julio de 2017 visité el paramillo en compañía de dos amigos de la Revista El Rollo. Hacía varios años que no iba por allí y me he encontrado con nuevas manifestaciones de los procesos que lo afectan. Lo primero, sorprendente y preocupante, es la progresiva y rápida desaparición de los “Pantanos del Quindío”, uno de los humedales más importantes del
departamento. Lo que antes era una hermosa planicie, en el fondo del cráter, compuesta por pequeñas lagunas y muchas macollas o cojines de plantas, un sitio de singular belleza, hoy se está convirtiendo en un simple playón de arena. El agua de las lluvias, parece que cada día más frecuentes y abundantes, arrastra las arenas desde la parte alta de las peñas y están
sepultando ese maravilloso paisaje.


Desaparece un ecosistema único que llegó a conformarse gracias a la estabilidad climática imperante en el lugar durante miles de años. Con seguridad allí prosperaron formas de vida con adaptaciones especiales, en un hábitat casi aislado por la estructura del cráter. 


La arena cubre ahora casi la tercera parte del área que conocí hace unos pocos años. Ha sucedido muy rápido. Creo que como consecuencia de la “variabilidad climática” generada allí por el cambio climático que a su vez es causado por el calentamiento global. Suena raro, pero son tres expresiones que designan aspectos diferentes del fenómeno planetario que hoy
afecta y preocupa a la humanidad entera. Ahora llueve más en el paramillo y la lluvia abundante está arrastrando la arena hacia el centro del cráter. Antes caía nieve y había menos lluvias torrenciales.


También es visible cómo algunas plantas, de las que son propias de las selvas colindantes, ahora se encuentran a mayor altura dentro del páramo. También algunas plantas del páramo han subido un poco por los arenales. Así se van reduciendo las áreas de páramo.


Y se nota el incremento de algunas actividades económicas. Cada vez hay ganadería a mayor altura, vimos algunos vacunos en los humedales. Y crece el número de turistas que encuentra uno por el camino, llevados por empresas operadoras de turismo sobre las cuales no parece haber control alguno. Esto proporciona a los habitantes del sector entradas extras que están
modificando sus vidas de manera visible, pero también está incrementando la presión sobre ecosistemas muy frágiles. Es notable la ausencia de cualquier tipo de autoridad que ejerza control sobre lo que está sucediendo.


Pero de todas maneras visitar estas montañas y a su gente sigue siendo una experiencia maravillosa, recomendable para quienes busquen una relación profunda, amplia, consciente, con el resto de la Naturaleza. Caminar por el Parque Nacional de Los Nevados nos acerca a nuevas dimensiones de lo humano, regocija, fortalece, nos inspira para buscar armonía con
los ritmos del planeta.

SOBRE EL AUTOR

Néstor Jaime Ocampo Giraldo
Fundación Ecológica COSMOS de Calarcá

Facebook: https://www.facebook.com/nestor.ocampo.31
Especial para El Rollo

Fotografías:

Pedro Nel Zuloaga Barbosa

Comunicador Social Periodista Universidad del Quindío.

Fanático de Metallica. “La vida no es una emergencia”

Facebook: https://www.facebook.com/pedronel.zuloagabarbosa

Luis Hernando Restrepo Aristizábal

Comunicador Social Periodista de la Universidad del Quindío.

Periodista ambiental. Viverista empírico. Death & Roll para suavizar el oído. Construcción de memoria por medio de la escritura. 

Contacto:

Facebook: https://facebook.com/luisrestrepoa

Twitter: @luchorestrepoa

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