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Espacio público ¿o privado?

Ed. 11

El espacio público ha tomado relevancia en los últimos tiempos porque ante la inadecuada, y en algunos casos, desastrosa planeación de nuestras ciudades, donde todo se va amontonando según como venga para después acomodarlo, cosa que rara vez se hace, las administraciones se van dando cuenta que al ciudadano se le van limitando cada vez más los espacios de encuentro con sus semejantes en condiciones de limpieza, seguridad, libertad y tranquilidad.


Al hablar de espacio público no solamente nos referimos a los andenes ocupados por vendedores ambulantes en las calles céntricas de nuestras capitales y municipios, eso es una pequeña parte: lo constituyen también también los parques, las plazas, bibliotecas, escuelas, hospitales y vías, entre otros, que hacen parte del inventario colectivo.


El descuido de las administraciones y el mal uso por parte de los ciudadanos genera gravísimos problemas  como la inseguridad, la falta de aseo, caos en la movilidad, contaminación, subempleo, contrabando, por enumerar unos cuantos.


Lo público, y en este caso el espacio, en su triple dimensión: social, cultural y política requiere una concienzuda planeación,
concertar con las partes involucradas, hacerlas partícipes de los procesos para generar sentido de pertenencia que asegure
la durabilidad en el tiempo y un ejercicio político serio que coloque lo de todos por encima de lo de algunos.


La revista El Rollo ha querido abordar este tema en su edición número 11. Conocer otras miradas, más allá de la cara que
siempre se ve: la de aquellos que al no tener cómo laborar se adueñan del espacio público para llevar el sustento a sus hogares.


Son pocas páginas para tanto rollo. El espacio público lo construimos todos: desde el académico hasta el estudiante, desde los
entes gubernamentales hasta el ciudadano del común, en el momento en que se excluya algún actor, esta obra será privada.

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