LUNES
30-marzo-2020
7:00 a.m.
La alarma suena, abro los ojos, estiro la mano para apagarla, regreso mi mano, cierro los ojos me toco la cara, me quito las cobijas y me siento en la cama. Ya es de día, empieza el día. Me levanto, tiendo la cama, vuelvo a mirar el celular, reviso notificaciones, respondo chats, entro a Twitter, reviso comentarios y me entero de las noticias del día y las tendencias de la noche. Suelto el celular. Me baño, me arreglo y hago café.
Hoy empezó una nueva semana de aislamiento, mañana se termina este mes de marzo, qué mes tan difícil de olvidar. Muchos publicaron en diciembre que este sería el año, su año; los planes y las uvas no bastaron para todos los objetivos que se estaban planeando. Este primer semestre mis compañeros empezaban su pasantía, uno de ellos, logró un sueño personal, llegar a Bogotá y empezar a trabajar en uno de los medios de periodismo más importantes del país, yo me sentí feliz por él, la tenía clara y estoy consciente de que había trabajado muchísimo por esta oportunidad. Incluso le hicimos despedida y todo. Jamás pensé que un mes después estaría de nuevo en Armenia con su contrato suspendido.
8: 00 a.m.
Prendo el computador, abro una serie de ventanas predispuestas: WhatsApp web, Facebook, Twitter y las cuentas de correo que manejo. La ventana de notificaciones empieza a llenarse de noticias, de comentarios y de recordatorios, hay trabajo por hacer y no hay tiempo que perder, o bueno, se puede hacer despacio, de todas formas, no hay a dónde ir.
No nos imaginamos nada de lo que iba a suceder este año, al parecer, desde diciembre había conocimiento del virus y los medios empezaron a transmitir información al respecto, pero como ocurría al otro lado, no nos llamó la atención, enero inició, muchos se preparaban para retomar labores y luego llegó febrero, otro mes de iniciación sobre todo para los nuevos gobiernos locales. Qué manera de demostrarle al pueblo de lo que están hechos y por qué fueron elegidos. Si hablo por el Quindío y Calarcá, las decisiones han sido coherentes de cierta forma, estamos confinados hace más de quince días aun cuando el virus no nos había llegado, o no sabíamos que nos había llegado, o no se habían reportado casos confirmados. Ese es el detalle, realmente no sabemos cuántos estarán, estuvieron o están contagiados. Pero aquí estamos, esperando, tal vez lo peor, tal vez lo mejor, pero estamos esperando que todo pase.
9:00 a.m.
Inicia una reunión, se abre la aplicación de video llamadas, empiezan a llegar los compañeros, conversamos sobre el fin de semana, los nuevos casos, los cuidados, preguntamos si todos están bien, si hay novedades, contagiados y demás. Inicia la reunión.
La semana pasada nos estábamos preparando para esa cosa llamada el “teletrabajo”, para muchos era algo que hacían los privilegiados, los independientes, los otros; la “hora nalga” era el contrato que todos conocían y practicaban. Pero ya hoy muchos se han ido acomodando a este proceso. A la mayoría de los jefes les genera incertidumbre y dudas los resultados que este proceso tendrá en las empresas, pocos se habían preparado o conocían la metodología. Todos sabemos que estar en la casa, trabajando, es diferente. Tenemos una nevera a nuestra disposición, tenemos los compañeros de casa a nuestro lado, tenemos a nuestras mascotas pidiendo amor 24/7, todo está ahí, todos están ahí, todos hablan, gritan y piden ayudar con las labores. El teléfono suena todo el tiempo porque se sabe que podemos contestar, las video llamadas se extienden porque no hay más a donde ir, salvo pasar, de plataforma a plataforma. Muchos aún son reacios y con razón, pero sin duda será un proceso nuevo que traerá beneficios para lo que viene. Señoras y señores, bienvenidos al futuro.
12:00 m
Termina la primera reunión, hago mi pausa activa: lavar la loza. El almuerzo se está preparando mis sobrinos han terminado sus clases virtuales y nos volvemos a encontrar en la cocina, hablamos de cómo nos fue en la mañana, cada uno estaba en su cuarto ateniendo las obligaciones. Empezamos a arreglar, nos preparamos y almorzamos. Sentados a la mesa nos preguntamos cómo seguimos, si sentimos algo, llamamos familiares y amigos, terminamos de almorzar.
De cierta forma, me parece increíble estar viviendo este presente, ser consciente de lo que sucede, estamos presenciando un cambio, estamos siendo parte de eso, una mejora, o el desastre, en todo caso pasaremos a la historia, ya no nos vamos a imaginar, no tanto, cómo fue la adaptación del oscurantismo medieval al siglo de las luces, de la revolución industrial a la modernidad, de lo monárquico, a lo feudal y a las democracias, estamos escribiendo un pedazo de la nueva historia. Algo más que tendrán que aprender los nuevos estudiantes. Los Covid Andrés del futuro.
2:00 p.m.
Hago café, tomo una siesta de media hora, me despierto, salgo a la cocina, tomo más café, vuelvo a prender el computador y me dispongo a atender la próxima reunión, reviso notificaciones, redes y comparto memes, noticias y videos. Esto continua.
En Colombia el número de contagios aumenta a 798, en el Quindío no se presentan nuevos casos, en el municipio de Magangué, Bolívar, cientos de personas se conglomeraron al lado de un tronco manchado, quien sabe hace cuanto, pero que algún curioso apenas notó y afirmó que esa mancha era la viva imagen de un cristo crucificado, se prendieron velas, se rezaron padre nuestros, supongo que viejitas lloraron, que niños, miraron, que adultos se persignaron y todos, juntos, creyentes vecinos y con fe, todos juntos, rompiendo los protocolos de aislamiento, todos juntos, esperando que la mancha los proteja, todos juntos, cuando ayer ya el “altísimo” había caminado por Colombia, todos juntos, señores, por favor, entiendan la magnitud de lo que tenemos.
5:00 p.m.
Hago una nueva pausa activa, voy al baño, como algo, vuelvo a ver a mis compañeros de casa, jugamos cartas, hacemos escaleras, ternas y póker. Luego jugamos UNO, nos reímos, escuchamos música, preparamos la comida, comemos, lavamos la loza y seguimos en lo nuestro. El día ha terminado, que se vengan las series, Netflix informa que La Casa de Papel ha regresado.
SOBRE EL AUTOR
Johan Andrés Rodríguez Lugo
Futuro Comunicador Social Periodista Universidad del Quindío.
- Tomar café, comer mucha pasta, la música, los libros, los viajes, cosas simples y también algunas complejas - “No es que una quiera es que toca, entonces tin”-
Contacto:
Facebook: https://www.facebook.com/johanandres.rodriguezlugo
Twitter: @UnJohanTin
Instagram: @Johan_RL
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