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Imagen: Revista Arcadia

Que viva la música

Por: Juan Francisco Jaramillo

Caminar y buscar, encontrar, devorar aquello que se encuentra hasta el hastío y luego volver a emprender caminata para iniciar de nuevo esa búsqueda que conduce hasta un nuevo hartazgo. Así se conforma el relato de Que viva la música
del escritor colombiano Andrés Caicedo (1951 – 1977)


Que viva la música es un relato de pulso variable que va desde lo más sereno y descriptivo como ocurre con los paisajes, las calles o las situaciones elaboradas hasta el vértigo como el frenesí de las fiestas, las sensaciones causadas por el uso de drogas o la crudeza de las escenas sexuales. Esa fluctuación del ritmo narrativo se puede entonces asumir como la intención de Caicedo de contar una historia con desapego sobre ciertos cánones literarios y buscar un relato que se parezca más a lo que ocurre con el lenguaje musical de las canciones populares que brotan en la novela, desde Cream, Grand Funk Railroad pero eminentemente The Rolling Stones y la orquesta de Richie Ray & Bobby Cruz.


La manera de relatar de Caicedo puede propiciar en el lector tanta fascinación como espanto, una fascinación que viene mediada por ese retrato de una ciudad, Cali que despertaba del sopor de ser un localidad provinciana y empezaba a tomar
tintes de ciudad gracias al anhelo de sus jóvenes de conectarse con el mundo gracias al cine pero sobre todo a la música, mientras las clases acomodadas como a la que pertenece la protagonista, María de los Ángeles Huerta lo hacían con el
rock and roll, las clases populares lo hacían con la salsa.


El espanto puede llegar para otro grupo de lectores por la manera atrabancada de escribir, rompiendo con normas gramaticales en el uso de la puntuación o con los episodios que incorporan fragmentos de canciones de salsa, quizás esa era la
intención de Caicedo, mostrar cómo hasta en la forma de escribir su obra cumbre se retrata el derrumbe de su generación por obra y gracia del uso y abuso de las experiencias lisérgicas y la rumba pesada como catarsis al sopor de crecer, vivir y
saber que tarde o temprano se afrontará el mismo fin para la existencia. 


Que viva la música significó además para la literatura colombiana una especie de primer relato urbano, una ruptura con el hasta entonces orden imperante donde prevalecían las novelas conectadas con la Colombia rural, bien sea por el ejemplo
que había supuesto diez años atrás en 1967 la publicación de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez o el saturado panorama narrativo nacional con obras que acudían a contar la violencia bipartidista de los años cuarenta y cincuenta que desembocaría en la conformación de las guerrillas de izquierda. 


Aún hoy resulta complejo el abordaje final sobre el lugar que se le debe dar a Que viva la música, un relato a medio camino entre el cuento largo o la novela corta como lo es para algunos, para otros es una especie de soliloquio en el que Caicedo relata y deja ver fragmentos de su personalidad y para otros es una suerte de guión cinematográfico inacabado que responde a la verdadera pasión del autor: el cine.

SOBRE EL AUTOR

Juan Francisco Jaramillo

Comunicador Social Periodista Universidad del Quindío. Leer, coleccionar música, caminar, ver documentales..

Contacto:

Facebook: https://www.facebook.com/juanfrancisco.jaramillo

Twitter: @Juan_Mohan

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